En la franja más oriental de la provincia de
Málaga, en aquella que linda con la de Granada, y en plena Axarquía, se ubican
desde la época del dominio musulmán pueblos anclados en la serranía conservando
sus trazados históricos de calles empinadas y estrechas con balcones plenos de
flores que se besan guardando no obstante pudorosamente su intimidad y cuya
blancura y belleza son difícil de entender si no es paseando por sus calles o
admirándolos desde la cima del monte más cercano. De esos pueblos fueron
expulsados los moriscos por los Reyes Católicos, convirtiéndose muchos de
ellos, por resistencia y necesidad, en los famosos monfíes, origen posterior de
los no menos famosos bandoleros andaluces.
Te quiero hablar de uno de ellos: Cómpeta. Espero
que nunca lo hayas oído ni mencionar, pues entonces y ahora mismo estaría yo
haciendo el bobo intentando ponerte en antecedentes para la mejor comprensión
de la historia que después te contaré.
Málaga, de la que sí espero que sepas algo más que
el acontecido que desde aquí partió Viano para conquistar la Argentina, fue
desde el último tercio del SXVIII y hasta casi un siglo después un fuerte
criador y exportador de vinos procedentes de la elaboración de su famosa uva
moscatel. El Vino Málaga era muy apreciado, tanto es así que tenía por aquel
entonces más renombre y negocio que el vino de Jerez (nunca jamás se te ocurra
decir esto pues no te creerían, como a Galileo tampoco lo creyeron y estaba en
lo cierto, pero la extensión del cultivo de viñedos abarcaba la nada
despreciable superficie de unas 120.00 has). A finales del SXIX, más
concretamente en 1877 llega a la Axarquía (palabra de origen árabe que
significa “lado oriental” y que es la que da nombre a la zona oriental de la
provincia de Málaga) la plaga de “filoxera” que hundió por completo el negocio
vitivinícola, el de las pasas incluido, al ser materialmente devorados todos
los viñedos por el maldito insecto y desde aquí mismo, pues los campos malagueños
fueron los primeros infectados por el dichoso parásito, la plaga se extendió
por toda España. En fin, con ella llegó la más pura ruina.
Pues bien, hoy en día ese pueblo llamado Cómpeta,
colgado a 640 mts de altura en las estribaciones de la Sierra Almijara, continúa
manteniendo intacta la cultura del vino y como sus bancales siguen estando
donde estaban, sus viñadores han vuelto a reverdecer con la Moscatel de
Alejandría que, como sabes, es la única uva que nos ha llegado a occidente tal
cual era en su origen milenario. De esa uva moscatel se elaboran vinos dulces y
secos y pasas, sometiendo a la uva a un soleado, que intenso seca y es pasa, y
que controlado sube los azúcares y es vino. Vino de Cómpeta, vino de Los Montes
de Málaga.
Éste vino, sin tener la aristocrática etiqueta de
un sauternes de Chateau de I’Quem, tiene la gallardía suficiente como para
maridarse con el más exquisito foi gras dejando incluso en peor lugar a aquel,
o al menos igualándose a él. Ya existieron aristócratas, mejor dicho reinas,
que lo impusieron en su corte, como es el caso de Catalina II de Rusia, que
incluso pidió exacción fiscal para este modesto ahora, que no humilde, pero
regio vino entonces. Pero el cuento no tuvo final feliz, la terrorífica bruja
filoxera lo impidió. Nunca más Catalina volvió a beberlo.
Termino. Hoy la Axarquía, además de viñedos, tiene
guiris –extranjeros, para entendernos- que espurreados por sus tierras,
habitando casitas rurales a lo largo y ancho de su territorio, hacen semejar
esa porción de tierra malagueña vista desde el aire a un paisaje de juguete.
El pequeño escrito que te invito a leer a
continuación, fue un comentario que hice para nuestro blog sobre una noticia
que hacía referencia a uno de esos guiris de Cómpeta
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Entierro inglés
Se llama Elleen Bush, nada que ver
con los poderosos yankees de igual apellido.
Elleen es británica, como no
podía ser de otra
manera, y va a cumplir 80 años, edad hoy nada fuera de lo común en los
tiempos que corremos. Casi todo el mundo llega con cierta comodidad a la
celebración de esa
importante fiesta. Sin ir más lejos, la gran mayoría de nuestro entorno se encuentra a
un tiro de piedra para cumplirlos.
La señora o señorita Bush,
cualquier estado civil es posible en estas británicas, está afincada en
Cómpeta, como
el que no quiere la cosa y como otros muchos de sus congéneres. Pues
la cosa es que ha decidido celebrar su llegada a octogenaria organizando su
propio entierro y funeral. Humor negro británico! Dice la crónica negra
que lleva un año buscando
cementerio, tumba, lápida y
responsos para que el evento le salga redondo, y le saldrá de rechupete
pues los de las islas se la pintan solos para el tránsito de la
idea a la práctica con
color, mantel rosa, porcelana de la mejor, cubiertos de alpaca, vino malo,
cerveza negra caliente, cordero estofado, tarta de crema y frambuesas y sillas
de anea del lugar para que nadie esté mucho tiempo sentado y amuerme la
fiesta. Me la imagino emperifollada con su sudario blanco, moño recogido
con peineta, sortijas y brazaletes del baratillo de los lunes, labios de un
rojo intenso en contraste con lo pálido talco de su tez y unas
zapatillas tirando a babuchas marroquíes. Todo un espectáculo brindado
con sus amigos de aquí y de allá, todos como
cepas de moscatel reverdecidas por la gracia de la bondad del clima, el tipismo
del pueblo, el buen grado de los vinos del lugar y la esplendorosa luz de la
serranía. La plaza del
pueblo con crespones negros sobre las banderas con el escudo del Chelsea en sus
balcones, las aceras con lirios y gitanillas y sobre los adoquines un simple
catafalco con su cabecera orientada hacia el norte y cuidadosamente adornado
con cintas de colores, cuatro velones en sus esquinas y una simple bandera británica. En su rededor,
bancos de madera sobre los que se han dejado cuidadosamente ordenados abanicos
rojos y negros y paypais de coca-cola. La plaza llena de guiris de toda calaña y condición, los amigos
íntimos de la
difunta non nata y sus parientes más cercanos. Los competeños, ya
curados de espanto, esperan al fresco hasta el refrigerio, ellos con sus
pantalones de pana de canuto gordo sujetos por cinturones marrones bien sobados
y que generalmente les terminana colgando sobre las braguetas y ellas apañadas con sus
simples batas sin nada a la cintura, riéndose algunas desdentadamente.
Llegado el momento de la verdad,
alguien cogerá el hisopo,
lo introducirá en el
calderillo del agua bendita y espurreará el ataúd de pino de oregón vacío mientras
ceremoniosamente dice con trémula voz el versículo ad hoc del ritual: "Con el sudor de tu rostro
comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y
al polvo volverás."
Silencio profundo, mientras llega el instante más esperado por la aún no difunta Elleen, que impaciente
aguarda ergida y abanicándose con
gracia andaluza de cuando en cuando, que su mejor amiga se plante delante del
pequeño atril para
que, copiando la escena de "Cuatro Bodas y un Funeral", culmine la
esperpéntica escena con
un panegírico sobre
ella que esperará oír, supongo, con dulces lágrimas lamiendo los polvos talco de
su palpitante rostro. Habrá decepción? Ya nos lo
contarán los del
lugar.
Nuestro sentido del ridículo nos habría impedido
montar tal espectáculo, pero
hemos de convenir que estos guiris
tienen un singular modo de expresar alegrías y tristezas, porque triste es
montar tu entierro en vida, gótico más bien, si bien es buena coña esa de saber qué dirán de ti
cuando la hayas espichado.....contando -eso si- con el cinismo inglés, por
supuesto. Buen entierro, Elleen y mejores alabanzas!
Miklos